jueves, 27 de diciembre de 2012

El sonoro silencio de la multitud pacífica


Recuerdo un programa de televisión. Se titulaba "La Magia de David Copperfield". En una ocasión el famoso ilusionista hizo desaparecer la Estatua de la Libertad delante de la audiencia en directo en Liberty Island. Fue algo increíble. Un número de magia nunca visto. La mismísima Estatua de la Libertad se volvió invisible detrás de una gran cortina durante unos segundos ante la atónita mirada de los espectadores. ¿Premonitorio?

Casi 30 años después, gobiernos y grandes corporaciones multinacionales han conseguido mejorar este truco de la invisibilidad  dejando atónita a la sociedad civil en su conjunto.

Millones de personas desplazadas por los conflictos bélicos, muchos de ellos propiciados por intereses geoestratégicos de gobiernos y multinacionales codiciosas y explotadoras de recursos naturales.
Millones de personas desempleadas, sin esperanza, al borde del abismo de la exclusión social.
Millones de trabajadores en precarias condiciones de trabajo con sueldos que no permiten una vida digna. Un efecto de la deslocalización, los acuerdos de libre comercio, y en general, de la globalización.
Millones de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza, mientras que una minoría vive en la opulencia.
Millones de personas desalojadas de sus hogares por no poder afrontar los pagos de sus créditos hipotecarios, frente a millones de casas vacías fruto de la burbuja inmobiliaria.

© Tommy Trenchard/IRIN

Apenas son noticia en los grandes medios de comunicación. Sólo una cifra más en las estadísticas. Sin tener en cuenta que cada uno de esos millones de personas vive una tragedia personal que no podemos ni debemos obviar.

Invisibles. Cubiertos por la cortina de la estadística. Cubiertos por la cortina del olvido. Desempleados y desahuciados que sólo son noticia cuando la única salida que encuentran es el suicidio. Desconocidos cuyas historias de miseria y sufrimiento sólo aparecen en las portadas cuando la muerte, el hambre, la sed o los abusos sexuales visitan los campos de refugiados.

Pero igual que la Estatua de la Libertad volvió a aparecer al apartar la cortina por segunda vez, me pregunto qué tienen que hacer los desfavorecidos del mundo para hacer visible su terrible situación. Quizá, igual que los protagonistas de la película española "Los lunes al sol" (un grupo de desempleados que cada lunes se reúnen tumbados al sol para compartir sus vidas, sus historias, sus esperanzas, sus frustraciones y sus miedos...), deberíamos instaurar a nivel global los "Lunes de los invisibles". Un día a la semana para que los más desfavorecidos aparezcan ante los ojos de la sociedad, ante los ojos de los parlamentarios elegidos democráticamente. Un día para dejar de ser invisibles, reunidos en las plazas y espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades.
Porque antes de que el capitalismo neoliberal secuestre las libertades y la soberanía del pueblo, haciéndolas desaparecer cual ilusionista famoso, es necesario que el propio pueblo tome las riendas de su destino y aparte las cortinas que ocultan a las víctimas del sistema.

Los "Lunes de los invisibles", sin rabia, sin rencor, sin odio, sin soflamas. Sólo un día para recordar a nuestros representantes políticos y a la sociedad en general que la soberanía reside en el pueblo. Y también para hacer visible la tragedia humana que sufren en silencio millones de personas, pero con la esperanza de que otro mundo es posible.


"A veces no se ve nada en la superficie, pero por debajo de ella todo está ardiendo"
Y.B. Mangunwijaya


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