miércoles, 30 de mayo de 2012

Si tuviera un hijo, se parecería a Shafiq


  • Desde que estalló la revuelta en Siria en marzo de 2011, la ONU calcula que han muerto más de 10.000 personas.
  • Según la Procuraduría General de la República, en México hubo 12.903 asesinatos desde enero hasta el 30 de Septiembre de 2011.
  • En Guatemala hubo 6.187 asesinatos en 2011, según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses.
  • Se registraron 19.336 asesinatos en 2011 en Venezuela según el Observatorio Venezolano de Violencia.
  • En Brasil hay una media de 36.300 muertes violentas al año según se recoge en el Mapa de Violencia del Ministerio de Justicia
  • Más de 29.000 menores de 5 años murieron de hambre en Somalia tan sólo en tres meses según la ONU.

¿Es más cruenta la guerra contra el "narco" que la revolución Siria? ¿Es el hambre más letal que cualquier ejército despiadado? ¿Es la violencia en Brasil más mortífera que cualquier conflicto armado? ¿Qué cifra nos estremece más?

Inútil responder.

Las cifras nos aíslan de la verdadera magnitud de la tragedia: la magnitud humana, el dolor de las miles de familias y amigos que han perdido a un ser querido.

La muerte de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano que murió de un disparo de un vigilante voluntario en Sanford, Florida, cuando salía de comprar pastillas de goma, conmovió a los EEUU. Por todo el país hubo manifestaciones pidiendo justicia y apoyando a la familia de Trayvon. Hasta el mismo presidente Obama declaró que si tuviese un hijo, se parecería a este chico.

La muerte de Shafiq, un adolescente sirio residente en la ciudad de Hula, que falleció de un disparo en la cabeza por un hombre con uniforme militar, no puede acabar siendo un asesinato más en la larga lista de muertes violentas que se producen a diario en nuestro mundo.

Porque en la medida que una víctima queda reducida a un simple número, no puede haber verdad, memoria, justicia y reparación. Por eso, al igual que con Trayvon, si yo tuviese un hijo, también se parecería a Shafiq.

Digámosle al mundo entero que Shafiq, o Trayvon, o cualquiera de los menores muertos de forma violenta no son un simple número que engrosa las estadísticas, son nuestros hijos e hijas, a los que recordamos cada día y para los que pedimos justicia. Ayúdanos a mantener viva la memoria de las víctimas.

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Photo by Mario Tama/Getty Images

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