domingo, 24 de julio de 2011

Un mundo asimétrico

© Serene Assir/MSF

(EN)

La amenaza del terrorismo, tras los atentados del 11-S, ha servido a los gobiernos de oriente y de occidente para recortar derechos civiles.
La crisis económica de los últimos años ha servido a los gobiernos, principalmente occidentales, para recortar derechos sociales.

Los conflictos bélicos de esta década han tenido como pretexto la supuesta lucha contra el terror, y el rastro de muerte que han dejado, es la mecha del terror que quieren combatir.
Los recortes sociales para luchar contra el déficit público han servido para evitar principalmente la quiebra de los grandes bancos nacionales, a costa de someter a los estados a una presión crediticia cuya deuda con la gran banca difícilmente podrán pagar.
La crisis alimentaria, con tanta antelación anunciada, no es más que el preludio de lo que acontecerá en años venideros a mayor escala derivado de la concentración de la producción agrícola y ganadera, en definitiva, la tierra en propiedad de oligopolios que especulan con los precios en el mercado de los productos de primera necesidad.

¿Es esto el progreso? ¿A quién beneficia el miedo y el odio a lo que viene de fuera de sus fronteras? ¿Quién gana cuando los estados aplican drásticas médidas de ajuste para contener el déficit público mientras los bancos centrales aumentan los tipos de interés para contener la inflación. Cuando la riqueza ha dejado de estar ligada a los medios de producción ¿quién es el máximo beneficiario de este sistema burbuja?

Quizá, el principal fallo de este sistema es que el progreso de las últimas décadas no ha ido acompañado de un verdadero progreso social. Occidente y algunos países de los llamados emergentes han alcanzado unas cotas de desarrollo económico y social sin precedentes en la historia, pero olvidando que su riqueza se basa en un mundo asimétrico e injusto. Y ahora que el predominio de occidente peligra tanto en lo económico como en lo social, el miedo nos vuelve insensibles al sufrimiento acrecentado de los demás.

Cuando los países occidentales crecían en prosperidad, sus ciudadanos no aprovecharon la oportunidad de avanzar igualmente en el terreno social, exigiendo a sus gobiernos mayor esfuerzo en la cooperación al desarrollo. Ahora que el retroceso es imparable, el miedo paraliza a la sociedad y ralentiza cualquier avance en el terreno de lo social y de la cooperación. El progreso hizo más ricos a los países occidentales y a los emergentes a costa de empobrecer al resto del planeta. La recesión nos empobrece a todos, incluidos los más pobres, a costa de enriquecer sólo a unos pocos

Este clima económico y social hace que un terrible atentado en Noruega nos impacte más que la emergencia humanitaria de millones de seres humanos a causa del hambre en un lugar recóndito de África del Este. De nuevo, una señal más de la asimetría de este mundo.
Cualquier muerte violenta es una tragedia, ¿pero acaso no es violencia la muerte de un niñ@ a causa del hambre?
Está en nuestras manos detener esta violencia, la cual acabará cuando este mundo deje de ser asimétrico. Sólo el progreso social podrá convertir dicha asimetría en virtud de todos los pueblos.



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domingo, 17 de julio de 2011

700.000 millones de euros

(EN)

La moneda única se ha visto sometida a los ataques especulativos de los mercados financieros. La UE ha respondido en apoyo de los países con problemas de deuda dando una respuesta solidaria para fortalecer el euro. Ahora se trata de crear una herramienta permanente para prever y resolver posibles futuras crisis. Es el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera.

Los ministros de Finanzas de la zona euro han acordado que se cree un fondo dotado con 700.000 millones de euros, con capacidad efectiva de préstamos por valor de 500.000 millones. Esa cantidad asegura la mejor calificación crediticia para obtener fondos en los mercados a bajo interés, pero los Estados sólo tendrán que desembolsar una parte en efectivo, 80.000 millones de euros; el resto será capital de reserva y garantías estatales.

Mientras continúe incrementando el número de personas con hambre, se necesitaran más recursos para satisfacer las necesidades alimentarias. El PMA estima que alrededor 477 millones USD se necesitan para atender a estas necesidades de hambre en la región, hasta el final del año. Actualmente, el PMA cuenta con un déficit del 40 por ciento de la financiación, con cerca de 190 millones dólares necesarios.

700.000 millones de euros=990.000 millones de USD
337 millones de euros=477 millones de USD

La estabilidad financiera de Europa supone 2.000 veces la necesidad alimentaria del Cuerno de África en los próximos seis meses. O dicho de otra forma, los fondos necesarios para proteger a los Estados de la UE de los ataques especulativos de los mercados, y que de esta manera puedan financiarse a bajo interés, cubrirían las necesidades alimentarias en el Cuerno de África durante 1.000 años. Evidentemente, este cálculo sencillo no tiene en cuenta el aumento de la población desplazada, la duración de la sequía, los conflictos armados, ni el aumento de los precios de los alimentos en los próximos años.

La crisis económica mundial nos empobrece a todos, incluido a los más pobres. Y las consecuencias las estamos viviendo actualmente: en Somalia, Yibuti, Etiopía y Kenia 10 millones de personas, de los cuales 2 millones son niños y niñas menores de 5 años, mueren de hambre. No es la sequía lo que los mata, ni las largas marchas durante semanas por el desierto sin apenas agua y alimentos hasta llegar a los abarrotados campos de refugiados. No es la falta de recursos de las organizaciones humanitarias, ni la imposibilidad de actuar en zonas en conflicto.

Les mata la indiferencia, el olvido, las buenas intenciones y las mínimas acciones. Porque en el rostro repetido una y otra vez del niño o niña moribundo, apenas piel y huesos, vemos sólo la cara de un niño o niña más de los miles que mueren en África cada día. Y no es una niña más, es Habibo. Tiene un año, sufre malnutrición severa y está al borde de la muerte. Su madre se llama Marwo Maalin y reza a Dios, para que sane a su hijita.

La denuncia de la injusticia es el origen del compromiso. La fotografía es el testimonio del sufrimiento. Ambas nos producen emociones como la rabia, el desasosiego, la compasión, la impotencia, la vergüenza, la desesperanza...convirtamos estos sentimientos en el motor de la acción solidaria.

Diez millones de seres humanos sin agua ni alimentos, que caminan semanas por el desierto, que ven morir a sus hijos en el camino y que se hacinan en campamentos de refugiados merecen algo más que compasión. Todos podemos hacer algo para que el rostro de África sea el de esta niña en un campamento de refugiados en Kenia.


Una niña en un campo de desplazados en el Valle del Rift de Kenia © Jerry Riley / IRIN


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sábado, 9 de julio de 2011

¿Qué se siente cuando una llama se apaga?

La tierra seca en las llanuras desérticas de la depresión de Danakil en el norte de Etiopía.
© Siegfried Modola / IRIN

(EN)

De pronto, tenía una pequeña llama que cuidar.
Su calor tierno me reconforta. Su luz cálida me ilumina. La observo fijamente, no puedo dejar de mirarla. Cada vez que brilla y me sonríe se aparta de mí el frío y la oscura soledad. Su corazón naranja no para de moverse. A veces se alarga y otras se mantiene sosegado con un crepitar tranquilo. Y su brisa. Ese aire que respira como un aliento cálido. Me acerco y me quedo tranquilo sintiéndolo en mi rostro. Cuando la aviva el aire, la llama se ríe y alarga sus brazos. Nada me pide a cambio de sus colores brillantes ni de su cálida ternura. Tan sólo, que no la deje apagarse. Y no es por egoísmo que no quiero que se apague, sino por la generosidad y la responsabilidad del que se sabe bendecido por un regalo al que hay que cuidar, y ese desvelo se convierte poco a poco en la razón de mi existencia.


Me angustia pensar que algún día no pudiese cuidar de mi pequeña llama. Que su brillo vaya menguando y que su aliento cálido apenas sea una penosa bocanada de aire gélido que hiele mi corazón para siempre. Me asusta imaginar la luz azulada y el llanto quejoso de la llama que se apaga. ¿No puedo hacer nada? Antes moriría yo que dejar que se apague. Pero eso es algo que no me puedo permitir, la llama sin mí no tendría oportunidades de vivir.

Pero, ¿qué se siente cuando una llama se apaga? Es difícil saberlo, pero supongo que cuanto más cerca la has tenido, mayor es el vacío que deja. Oscuridad, frío, soledad, el recuerdo...

Dos millones de llamas se apagan en Somalia, en Etiopía y en Kenia. La sequía, la falta de alimentos, y las enfermedades hacen que dos millones de niños y niñas menores de cinco años necesiten asistencia humanitaria urgente. Están en peligro de muerte.

Me angustia pensar que la lejanía de esas llamas que se apagan, solo hielen el corazón de sus padres, y que nuestros corazones helados por tantas noticias descorazonadoras, no sean capaces de sentir el calor de dos millones de pequeñas llamas que sólo piden que no las dejemos apagar. Antes moriría yo que dejar que se apaguen. Pero eso es algo que no nos podemos permitir, las llamas sin nosotros no tendrían oportunidad de iluminarnos.



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