domingo, 22 de mayo de 2011

Mirar a través de un prisma.

(EN)

La manera en que miramos a nuestro alrededor condiciona la reacción de nuestro entorno.

Miramos hacia el África sub-sahariana con una mezcla de lástima y paternalismo fruto de la herencia post-colonial. Y África mira a Occidente con la rabia y la desesperanza del que se siente abandonado a su suerte, del que se le ha despojado de su dignidad y ya no es capaz de levantarse y luchar por su futuro, pues sin más oportunidades se resigna a subsistir con la ayuda que le dan.

Miramos a Oriente con desconfianza y con miedo, e incluso, con la soberbia de Occidente que humilla y desprecia al pueblo musulmán. Y Oriente mira a Occidente con la rabia del que se siente humillado, derrotado una y mil veces y sin capacidad de reacción. Rememora su pasado esplendor porque Occidente le impide construir su futuro en paz.

Miramos a India, a China y Brasil con una mezcla de admiración por su milagroso crecimiento económico, pero con el desprecio de las potencias económicas tradicionales que se niegan a perder su legitimidad en el mundo capitalista frente a los que consideran "nuevos ricos". Y las potencias emergentes se revelan, piden paso, y se abren camino en el libre mercado imponiendo su poderío económico, aún a sabiendas de que esa escalada de crecimiento imparable no será sostenible.

Vimos en EEUU el adalid de la democracia y la libertad frente a los desmanes del comunismo. Y EEUU se reafirma en su papel, incluso ahora que el comunismo no es más que un mero recuerdo en la historia del Mundo. Y en ese rol, siguiendo sus intereses geoestratégicos, ha intervenido sin control alguno a lo largo y ancho de toda la geografía del Planeta, produciendo la fractura de los países en los que despliega su poderío militar.

Miramos al estado de Israel con la incomprensión y la rabia que nos genera la violencia que desata contra el pueblo palestino, y con la desconfianza que nos producen aquellos que se sienten diferentes por auto-proclamarse el pueblo elegido por su Dios. E Israel, ante esa desconfianza histórica, construye muros a su alrededor, reales e intangibles, basados en su poderío económico y militar, y en la legitimidad que le otorgan sus aliados.

El prisma que nos imponen nuestros gobernantes se basa en tópicos que transmiten los medios de comunicación. Y ese es el prisma del miedo, de la desconfianza, de la soberbia, del paternalismo, de la rabia, del desprecio por el que miramos desde Occidente a nuestro alrededor.

Nosotros podemos decir a nuestros gobernantes que ya basta de abusos y humillaciones, y a los pueblos que los han sufrido es necesario decirles que sus víctimas no serán olvidadas, y que los crímenes cometidos contra ellos no quedarán impunes. Tan humano es el sentimiento de amor como el de odio, pero somos muchos los que amamos, y tenemos la capacidad y la responsabilidad de tender una mano generosa y conciliadora a los pueblos humillados y oprimidos, mientras que la otra, la levantaremos bien alto con la palma abierta en señal de "Basta ya".

Alguien debe dar un primer paso en esta revolución pacífica por los más desfavorecidos. Seamos nosotros.


Foto:
© IRIN.

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