jueves, 29 de diciembre de 2011

Domesticar al mundo



[...]
¿Qué significa “domesticar”?
–Es una cosa demasiado olvidada –dijo el zorro–. Significa “crear lazos”.
–¿Crear lazos?
–Sí –dijo el zorro–. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
–Empiezo a comprender –dijo el principito–. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
[...]
 El Principito - Antoine de Saint-Exupery

Durante este año que acaba, millones de seres humanos que sufren y mueren, víctimas inocentes de un sistema injusto que les excluye, que les desaloja, que les niega sus oportunidades, que les ignora, que les mata de hambre, que les restringe sus libertades, que les recorta derechos fundamentales... 
Todos ellos, son "flores" que me han domesticado.

Ojalá que el próximo año seamos millones los que tomemos la firme determinación de domesticar al mundo y de dejarnos domesticar por él. Y que así nuestras vidas se llenen de sol.

[...]
Pero el zorro volvió a su idea:
–Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol.
[...]
–Sólo se conocen las cosas que se domestican –dijo el zorro–.
[...]
–Los hombres han olvidado esta verdad –dijo el zorro–. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
–Soy responsable de mi rosa... –repitió el principito, a fin de acordarse.
[...]
 El Principito - Antoine de Saint-Exupery


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domingo, 18 de diciembre de 2011

Falsa ilusión de bienestar

"Niños trabajando en una fábrica de alfombras en la ciudad de Quetta, Baluchistán. Actualmente, UNICEF calcula que 150 millones de niños entre cinco y 14 años de edad están realizando trabajo de algún tipo. Aunque el trabajo infantil está disminuyendo a nivel mundial, la crisis económica ha llevado a muchos niños a trabajar mucho antes y en roles más peligrosos."

© UNICEF/NYHQ2006-0352/Giacomo Pirozzi


(EN)


La transformación de una materia prima en un producto elaborado requiere de recursos naturales, económicos, tecnológicos y humanos.
Los recursos naturales, económicos y tecnológicos son propiedad privada en manos de los empresarios, mientras que los recursos humanos sólo son propietarios de la fuerza del trabajo que les reporta un salario y genera plusvalía al capitalista.


El libre mercado y la competencia hacen que los empresarios busquen la manera de producir sus manufacturas, con los medios de producción que poseen y con la fuerza de trabajo que alquilan, al menor coste posible. Para lo cual deslocalizan su producción a países con leyes laborales, medio-ambientales, mercantiles o fiscales menos estrictas que en Europa y EEUU. 


Como corolario de todo esto, la transformación de materias primas en un producto final no solo satisface las necesidades de los consumidores, sino que transforma también los sentimientos y las vidas de todos los que intervienen en la cadena de producción.


En la sociedad consumista en que vivimos, el marketing ha conseguido crearnos necesidades ficticias y asociar la felicidad al consumo. Entonces, ¿cómo se transforma una materia prima en felicidad? ¿Cuál es el precio en sentimientos que debemos pagar por nuestra "felicidad" consumista en el mal llamado primer mundo?


La soledad de un menor traficado, lejos de su familia, que cultiva algodón en Benin. El miedo a ser apaleado por el terrateniente si no cumple con su extenuante trabajo. La frustración por no poder asistir a la escuela. La desesperanza de un ser humano convertido en bestia. El dolor de unos músculos infantiles fatigados por el arduo trabajo.


El cansancio de un operario turco que trabaja doce horas diarias con un compresor que dispara un chorro de arena y agua sobre el denim procedente de India, Pakistán o Bangladesh, teñido por menores expuestos a productos químicos altamente contaminantes. Sílice en los pulmones y plomo en la piel. 


El minero deshumanizado, convertido él mismo en piedra, que extrae la casiterita en las minas al este de la RD del Congo. Agotado, embrutecido por un sistema en el que impera la ley del más fuerte, su vida no vale nada para las milicias que controlan el territorio. Forzado a trabajar a cambio de nada, esclavizado, abatido. Lejos de su hogar, huyendo de algún conflicto olvidado, muere él y su familia cada día de hambre, miseria y cansancio.


Para disfrutar de un vaquero desgastado o del último modelo de teléfono móvil inteligente hay que pagar un precio muy alto en sufrimiento, pues la codicia empresarial no conoce límites, y se ha apropiado de lo único que hasta ahora no le pertenecía, se ha apoderado de la vida y de la fuerza del trabajo de millones de personas que viven en la miseria más absoluta, faltos de oportunidades, y que apenas subsisten con el producto de su esfuerzo.


¿Cuánto tardará el capital en adueñarse también de nuestras vidas a base de recortar derechos fundamentales?


Descubrir que la felicidad no está en lo que posees sino en lo que das a los demás es la clave para restituir la felicidad robada a los millones de personas que, con su sufrimiento, transforman nuestras vidas en una falsa ilusión de bienestar. ¿No es acaso justo resarcirles por tanta miseria a la que les hemos condenado entre todos por nuestro triste afán de poseer cosas materiales?


Un consumo responsable permitirá romper la cadena de la pobreza y contribuirá a un mundo socialmente más justo e igualitario.




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domingo, 4 de diciembre de 2011

Honor y sacrificio


(EN)

El honor es un cortina que rodea a cada individuo. Una cortina tejida con los hilos de las normas sociales y morales definidas para cada comunidad.
En algunos casos el tejido es tupido y en otros muy claro. Y la cortina puede estar muy próxima o muy lejana, haciendo que la existencia del individuo se desarrolle en un ambiente opresivo, tiránico, intolerante y angustioso, o bien en un ambiente laxo, distendido y relajado.
Traspasar esa cortina es motivo de deshonor para el individuo. Deshonor que en ocasiones trasciende a los familiares y al resto de miembros de su comunidad.

Pensemos por un momento en la claridad del tejido y la cercanía de la cortina que nos envuelve. ¿No es acaso cierto y universalmente aceptado que la cortina que rodea a la mujer en cualquier sociedad es más tupida y está más cercana que la que rodea al hombre?

Traspasar esa cortina para una mujer es sinónimo de sacrificio.


© Siegfried Modola/IRIN 

Rasgar la cortina y enfrentarse al mundo no ha sido nunca, ni lo será, una batalla fácil para las mujeres. Liberarse de la opresión y la tiranía para conseguir iguales derechos y libertades que el hombre ha sido una lucha histórica no exenta de sacrificios.

Pero toda cortina esconde secretos, sobre todo cuando es el hombre desde el exterior el que rompe y traspasa la tupida tela que rodea a la mujer en algunas sociedades. Cuando la víctima se convierte en culpable, y el transgresor goza de impunidad, es cuando el sacrificio de la mujer alcanza su máxima expresión.

Mujeres violadas  que son repudiadas por sus maridos y obligadas a abandonar sus comunidades. Al trauma físico y psicológico de la violación se une la circunstancia de tener que vivir alejadas de su familia por el deshonor que supone haber sido violadas.  Mujeres abandonadas en una sociedad en la que una  mujer sola tiene pocas o ninguna oportunidad de subsistir, sin derechos, sin medios para ganarse la vida y, en ocasiones, al cuidado del hijo o hija fruto de la violación. 

Mujeres violadas que ocultan en silencio su pesar para evitar el rechazo.

Mujeres violadas obligadas a contraer matrimonio con el violador. Destino fatal que las obliga a convivir con el agresor sexual y a vivir con el estigma social de haber sido violadas.

Mujeres asesinadas para reparar el honor de una familia.

Sociedad de moral perversa que para resarcir el honor perdido requiere un sacrificio cuya víctima es siempre la mujer. Dos veces víctima: de la agresión y del sacrificio.

Un injusto sistema que culpabiliza a la víctima y protege al agresor. Que sólo se da por satisfecho con un sacrificio extremo: la muerte o la condena de por vida.

Seamos cada vez más los hombres transgresores que rasgan desde el interior las cortinas que envuelven a las mujeres para liberarlas de la opresión y de la tiranía de las costumbres.


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domingo, 20 de noviembre de 2011

La curvatura del capitalismo


En física se conoce como agujero negro una región finita del espacio-tiempo originada por una gran concentración de masa de gran densidad en su interior que genera un campo gravitatorio tan potente que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, pueden escapar de dicha región.
La curvatura del espacio-tiempo la estudió Einstein en su teoría de la Relatividad General de 1915.

Imaginemos una superficie elástica que tensamos por sus cuatro extremos. Si depositamos una esfera de pequeñas dimensiones pero con gran masa en el centro de la superficie, esta, por la acción de la gravedad, se curvará y se deformará formando un embudo en cuyo fondo estaría la esfera. Cualquier objeto en las proximidades del embudo se deslizará sin remedio al fondo del mismo.

Cuando el socialismo y el comunismo son un recuerdo vago en la historia, tan sólo rememorados por los excesos cometidos, el capitalismo se convierte desde la caída del Muro de Berlín en 1989 en el sistema predominante en nuestro mundo globalizado.

Desde entonces, el capitalismo, como la esfera del símil anterior, se convierte en un agujero negro del que nada puede escapar.

Una oligarquía económica que concentra la riqueza mundial y cuya fuerza de gravedad es la codicia.

Una fuerza de gravedad imparable que arrastra a la pobreza al resto del mundo. Que desaloja a familias sin recursos económicos de sus casas porque no pueden pagar sus hipotecas. Que desaloja de sus tierras a agricultores y ganaderos que las ocupan desde hace varias generaciones para acaparar medios de producción. Que lleva a los jóvenes a un futuro incierto por no poder pagar sus créditos para acceder la universidad. Sin trabajo, sin esperanzas...
Que especula con los precios de los alimentos, condenando a millones a morir de hambre. Que especula con la deuda soberana, condenando a millones a perder derechos sociales. Que dificulta el crédito, condenando a los emprendedores a desestimar sus proyectos por falta de financiación.

En definitiva, un enorme agujero negro del que nada ni nadie escapa. Frente a una economía social y sostenible, un sistema capitalista cuya supervivencia se basa en el desigual reparto de la riqueza, cada vez más exacerbado, cada vez más codicioso y fuente de muchos de los conflictos que asolan nuestro planeta. Pero igual que un agujero negro se colapsa y da lugar a la creación de nuevas estrellas y galaxias, quizá este próximo el colapso del capitalismo y el nacimiento de un nuevo modelo económico y social más igualitario en el reparto de la riqueza, sostenible y respetuoso con el medio ambiente.


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jueves, 10 de noviembre de 2011

¿Por qué lloran las acacias?


La acacia es un árbol resistente y fuerte que vive en condiciones extremas en los terrenos más áridos y secos. Sus ramas están cubiertas de espinas, y cuando florece se llena de racimos de color amarillo intenso. Donde vive la acacia rara vez crecen otras plantas, por lo que las acacias siempre pensaron que las espinas de sus ramas, azotadas por el sol y el viento, eran comunes a todas las plantas. También pensaron que las heridas que el hombre les hacía en su tronco para extraer la savia eran algo natural. El tajo en la rama era doloroso, pero lo sufrían en silencio, porque a todas las acacias el hombre les hace lo mismo cada cierto tiempo. En ocasiones, un mal golpe dado con el hacha desgajaba una rama y el árbol moría. Las demás acacias pensaban que así era el destino y que nada se podía hacer, siempre había sido así.
Las acacias nunca se sintieron diferentes ni se quejaron de su dura existencia hasta el momento en que llegaron las lluvias. Surgieron de la nada, como un milagro, plantas de tallo esbelto, sin una sola espina y con pétalos de colores brillantes; y las acacias lloraron, porque sus cicatrices y sus espinas ya no les parecían naturales. Lloraron al saber que su aspecto es diferente al de las otras plantas, lloraron al descubrir que su sufrimiento sólo servía para la satisfacción del hombre, y sobre todo lloraron al saber que sus espinas han condenado a millones de niñas y mujeres a un destino similar al suyo.

Cada año, tres millones de niñas y mujeres sufren algún tipo de Mutilación Genital Femenina (MGF).


La forma de MGF más severa es la infibulación, que consiste en la extirpación total o parcial del clítoris y de los labios menores, y la ablación de los labios mayores, que una vez cortados son perforados con espinas de acacia y cosidos para que al cicatrizar sellen la vagina, dejando un pequeño orificio para permitir el paso de la orina y del flujo menstrual. Tras la mutilación, la niña debe permanecer con sus piernas atadas hasta las rodillas hasta que cicatriza la herida. La edad a la que se suele practicar la MGF está entre los cuatro y los catorce años, si bien, la operación de coser la vagina se puede repetir después de cada parto.
El primer acto sexual de una mujer infibulada requiere generalmente una incisión previa que debe hacer el marido, que se asegura así de la virginidad de su esposa. También durante el parto es necesario un corte para permitir la salida del bebé. De no ser así hay peligros de desgarros o incluso de muerte para la madre y el bebé.

La falta de asepsia durante la práctica de la MGF favorece la aparición de infecciones, que en el peor de los casos pueden acabar con la vida de la niña. También las fuertes hemorragias durante la intervención pueden provocarles la muerte. Las mujeres que han sufrido la MGF se enfrentan a secuelas físicas y psicológicas durante el resto de sus vidas, y cada parto es un riego para ellas y para sus bebés.

Nadie debería morir por cumplir con una tradición. Nadie debería padecer por una costumbre. El honor de un hombre o de una familia, no debería depender del sufrimiento de sus hijas y esposas.

Es cierto que las acacias seguirán llorando y sólo algunas se atreverán a desafiar al hombre, no quieren más heridas ni más cicatrices. Pero ahora sé que las acacias no estarán solas en el desierto, y que de alguna manera, quienes sabemos de su dolor, haremos todo lo posible para que sus espinas les sirvan para defenderse de quienes las agreden, y no para herir a mujeres y niñas, fuertes y resilentes como las propias acacias.


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lunes, 31 de octubre de 2011

Infancia postergada


Dibujos realizados por niños y niñas reclutados en Sierra Leona

No pueden borrar el pasado, y su recuerdo les atormenta día y noche, como una pesadilla sin fin de la que es imposible despertar.
Están encerrados en un presente sin posibilidad de mirar al futuro, porque sus recuerdos del pasado son el lastre que les impide seguir adelante.
Recuerdos terribles de muertes, violaciones y mutilaciones. De una vida deshumanizada, llena de odio y de miedo.
El recuerdo vago de un tiempo feliz causa incluso más daño todavía, porque les fue violentamente arrebatado.

Una infancia de juegos, amistades, familia y vecindad que se rompió el día que llegaron los militares. Asesinaron a hombres y mujeres, también a los niños y niñas más pequeños. De repente, sólo las llamas. A los más jóvenes se los llevaron con ellos, o bien huyeron y se alistaron en algún grupo armado buscando seguridad y refugio. Niños y niñas que han visto como sus padres y hermanos eran asesinados, y sus hogares pasto de las llamas.

Niños forzados a matar a un amigo a cambio de sus propias vidas para demostrar fidelidad y valor. Niñas utilizadas como esclavas sexuales, violadas una y otra vez, embarazadas y obligadas a abortar. Menores golpeados, torturados, violados, embrutecidos, asustados... y así una larga lista de abusos.

Miedo, odio y desarraigo son las claves para convertir a un menor en soldado. Se calcula que hay más de 300.000 en todo el mundo.

Los programas de desarme, desmovilización y reintegración les convierten nuevamente en civiles cuando consiguen abandonar el ejército, ya sea regular o irregular. Pero no es fácil regresar a la vida civil cuando han pasado tanto tiempo como soldados en conflictos armados. Huérfanos, sin hogar, sin raíces, con la vergüenza por las atrocidades cometidas y el miedo a no ser aceptados nuevamente por sus comunidades. Esto, junto con los fuertes lazos creados con la vida militar, hace muy difícil su reinserción, pero no imposible. Muchos de estos menores vuelven a estudiar y a aprender un oficio. Con suerte, serán perdonados y aceptados por sus comunidades. Otros volverán a enrolarse, incapaces de olvidar su pasado y de encontrar su futuro.

Cualquier proceso de paz requiere mirar al futuro, recordar a las víctimas inocentes, perdonar y arrepentirse.

A medida que envejecemos sólo nos quedan nuestros recuerdos. Si robar una vida es la muerte, robar los recuerdos es como morir en vida. Resulta descorazonador pensar que los menores soldados han muerto en vida dos veces. La primera cuando les arrebataron a sus familias, la segunda cuando les obligaron a matar o morir en alguna guerra olvidada. Ambos recuerdos son tan desgarradores que prefieren no pensar demasiado en ellos. Recuerdos robados, infancia postergada. 

©UNICEF/Olivier Asselin
"Recuerdo el día en que decidí unirme a los mayi-mayi. Fue después de un ataque a mi aldea, mis padres, y también mi abuelo murieron y yo estaba corriendo. Estaba tan asustado. Los perdí a todos; no tenía a donde ir y nada que comer. En los mayi-mayi pensé que estaría protegido, pero fue duro. Veía morir a otros delante de mí. Muy a menudo pasaba hambre, y estaba asustado. A veces me azotaban, algunas veces muy fuerte. Solían decir que me convertiría en un mejor guerrero. Un día, golpearon a mi amigo [de 11 años] hasta la muerte porque no había matado al enemigo. Además, otra cosa que no me gustaba era escuchar a las niñas, nuestros amigas, llorando porque los soldados las violaban". 

Jacques, de la República Democrática del Congo, fue reclutado por un grupo insurgente (mayi-mayi) cuando tenía 10 años de edad.



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domingo, 23 de octubre de 2011

Héroes desamparados



A veces las respuestas a cuestiones sencillas son la más difíciles de encontrar. Y el contexto de la pregunta tiene tanta importancia como la respuesta en si misma.

Me pregunto por qué los héroes son los que deciden ayudar a los más débiles. En nuestra sociedad la mayoría tenemos capacidad y recursos suficientes para hacerlo.
Me pregunto por qué los valientes son los que defienden sus ideas. En nuestra sociedad las libertades y derechos están garantizados constitucionalmente.
Me pregunto por qué el compromiso y el pensamiento crítico son la actitud de los inadaptados. En nuestra sociedad de la información, las injusticias, las violaciones de los Derechos Humanos, la corrupción y los abusos de poder están expuestos a la opinión pública y son la fuente de la indignación de la que nace el compromiso.

¿No es acaso esta una visión distorsionada de la realidad para mantener vivo un sistema socialmente injusto e insolidario?
Me pregunto por qué el éxito social está tan alejado del compromiso, el activismo y la solidaridad.
Y en definitiva, ¿por qué no somos más solidarios? ¿Por qué el compromiso es la excepción y no la regla?

Pueblos del mundo global que habitamos que también buscan respuestas. Pero sólo encuentran silencio, y el silencio es desamparo.
Pueblos que quieren democracia, y cuyos gobiernos utilizan las fuerzas de seguridad que deberían protegerles para reprimir cualquier manifestación pacífica y asesinar a sus hijos e hijas.
Pueblos despojados de sus tierras, obligados a convertirse en refugiados en su propio país.
Pueblos que mueren de hambre porque sus medios de producción les han sido robados.
Pueblos cuyos recursos naturales son expoliados y sus hijas e hijos violados.
Pueblos esclavizados y embrutecidos.
Pueblos que buscan su dignidad y su libertad.
Pueblos que quieren paz y justicia.
Valientes a su pesar. Héroes por obligación.

Sólo los que se enfrentan al silencio, al olvido y a la muerte, son los elegidos por el destino para convertirse en verdaderos héroes desamparados.

Que sus gestos heroicos de cada día por su supervivencia, por su dignidad, por defender sus derechos, por la justicia y por la libertad tengan al menos una respuesta valiente por parte de los que podemos elegir.

Quizá nunca encuentre respuesta a mis preguntas, sólo silencio; pero mientras existan pueblos oprimidos es nuestra obligación darles voz, y no desistir en la lucha para evitar que la sombra del desamparo se extienda como un manto letal por nuestro planeta.


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domingo, 9 de octubre de 2011

Se permite dudar



“La humanidad sigue a dos sectas globales:
Una, inteligentes sin religión,
La otra, religiosos sin intelecto.”

“Querría la gente que un imán se alzara
Que tomara la palabra ante una multitud muda
Ilusión engañosa; no hay otro imán que la razón
Tan sólo ella nos guía de noche y de día.”

“Una pequeña duda es mejor que la credulidad total.”

Así veía el mundo hace 1.000 años Abul 'Ala Al-Ma'arri un filósofo y poeta ciego nacido en Siria.

El mundo sigue siendo intolerante, basado en relaciones de poder, gobernado por líderes que se creen en posesión de la verdad y habitado por pueblos sometidos.

Sometidos por el poder de las armas.

Sometidos por el poder de la ignorancia.

Sometidos por el poder del capitalismo y del consumismo.

Y sometidos por un sistema diseñado a la medida de los poderosos, en cualquiera de sus formas de organización social y de gobierno. Un sistema que no admite la duda, porque la duda nace de la razón y la razón es la fuente de la disidencia.

El cambio comienza en cada uno de nosotros; nadie nos guiará más que la razón y el poder del amor.



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domingo, 2 de octubre de 2011

Una humanidad pétrea


Existe un lugar común donde habitan los peores sentimientos, lejos de principios éticos y morales, patria de arribistas sin conciencia. Alojados en su miseria, conviven la riqueza y la pobreza, unos en su mezquindad y otros en su infortunio. Un lugar inerte y desalmado en el que la inteligencia humana, libre de toda conciencia, se convierte en depredadora de la dignidad, las oportunidades y las esperanzas de los oprimidos. 

© Siegfried Modola/IRIN
Seres humanos descarnados y desalmados lo habitan, sus crímenes impunes, su corazón petrificado.

Millones les contemplan, testigos mudos de su barbarie, sin apenas darse cuenta que su silencio cómplice, su ajetreada existencia apasionada por banales ocupaciones, no son más que un signo inequívoco de su progresiva deshumanización. 


© Manoocher Deghati/IRIN

Ese lugar común de la riqueza y la pobreza es la codicia. Una humanidad pétrea se adentra en él, convirtiendo este mundo en un erial pedregoso. Sólo la cultura y la educación como fuentes del verdadero progreso social conseguirán evitar la paulatina desertización humana.





"La Geología había perdido una piedra, y la sociedad había ganado un hombre."
Marianela
Benito Pérez Galdós (1843 -1920)



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domingo, 25 de septiembre de 2011

4 años y 9 kilos


© John Ndiku/OCHA

  • La sequía en el Cuerno de África, junto con el conflicto en Somalia, ha afectado a más de 13 millones de personas en esta región.
  • El 5 de septiembre, la ONU declaró que la hambruna en el sur de Somalia se había extendido a la región de Bay. Ya había hambruna en Bajo y Medio Shabelle, y en partes de Banadir y de Bakool.
  • Las operaciones del PMA en la región requieren de US$767 millones para los próximos seis meses, de los cuales nos falta obtener aún US$215 millones.
"La situación es terrible ahora. Decenas de miles ya han muerto. Más de 300.000 niños y niñas en la región sufren malnutrición severa y se encuentran en riego inminente de muerte.
Solamente en Somalia, 1.4 millones de niños y niñas están afectado por la crisis.
Se estima que 390.000 niños y niñas en Somalia están sufriendo de desnutrición; 4/5 de los cuales están en la zona centro sur. En algunas áreas, estamos viendo tasas históricamente altas de desnutrición aguda severa, lo que significa que el número de niños en esa zona que se enfrentan a una muerte inminente se acerca a 140.000."

Después de leer estas cifras sólo he leído una que me conmueve aún más:

4 años y 9 kilos

Esa es la edad y el peso de Natuso¹, una niña que literalmente muere de hambre en el Hospital Pediátrico de Benassir en Mogadiscio. 

Si Natuso sobrevive,  es posible que sufra la infibulación, jamás irá a la escuela, antes de llegar a la adolescencia su padre habrá pactado una boda con algún familiar, pariente o vecino. Hasta la boda deberá mantenerse virgen, cualquier sospecha de lo contrario sería un deshonor para su familia, y sus padres y hermanos tendrían que satisfacer al futuro marido con la muerte de su prometida.

En un país como Somalia, tras más de 20 años de guerra, con milicias armadas incontroladas que violan y rapiñan a su paso, puede que Natuso sea violada, y por tanto repudiada por su familia. No será fácil para ella vivir sola con su hijo fruto de la violación. Y si decidiese abortar, su vida correría serio peligro por las condiciones  insalubres en qué se practican estas intervenciones.

Natuso probablemente vivirá en la pobreza más absoluta y discriminada por haber nacido niña. Aunque se recupere esta vez, es bastante probable que en unos meses vuelva a estar ingresada de nuevo. Quizá por una enfermedad más grave de la que nunca fue vacunada, o herida de bala en alguno de los frecuentes tiroteos en la capital.

El único bien que posee Natuso es su propia vida. Y a pesar de todo el sufrimiento y el dolor de una vida de extrema pobreza y de futuro incierto, se afana en luchar con todas las fuerzas que le permite su frágil cuerpo para escapar de la muerte.

Natuso ha encontrado, sin duda, una poderosa razón para seguir viviendo en un mundo totalmente hostil hacia ella.  Probablemente, ella no podría entender como nosotros, los habitantes del “primer mundo” rico y civilizado, no somos capaces de encontrar millones de razones para ayudarles. No obstante, estoy seguro que ella, en su infinito amor por la vida, dotada de la fuerza y la resilencia propias de los millones de mujeres y niñas que sufren en el mundo, nos ha perdonado por nuestra indiferencia  y vivirá, igual que yo y muchos otros, con la esperanza de un mundo más humano e igualitario para ella y para sus hijos.


¹El peso medio de una niña de 4 años es de 15,5 kilos.



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jueves, 22 de septiembre de 2011

Oportunidades perdidas


En nuestro mundo existen desigualdades sociales tan arraigadas que convivimos con ellas y ya apenas nos conmueven. 

Descubrir que la desigualdad y la injusticia social que reconocemos habitualmente a nuestro alrededor, son un problema derivado de la falta de oportunidades de quien las padece. Que hay costumbres que favorecen el arraigo de la discriminación. Que la falsa ilusión de felicidad que nos produce el consumismo es el alimento de nuestro ego. Y cuanto más crece nuestro ego y nuestra codicia, mayor es la brecha existente en la distribución de la riqueza, y más tolerantes nos volvemos con la discriminación y la desigualdad. Omitiendo que al elegir esta vida hedonista, que al aceptar las costumbres sin más, estamos robando las oportunidades a los más débiles y desfavorecidos. 

Sólo los que tenemos oportunidad de elegir podemos romper las barreras que nos impone el sistema, permitiendo así que los menos privilegiados recuperen las oportunidades perdidas.


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jueves, 8 de septiembre de 2011

La próxima revolución

(EN)

"Los hombres hacen daño o por miedo o por odio."
El Príncipe.

Niccolò Machiavelli (1469 - 1527)

Cuando nos llegan noticias de la detención y tortura de menores palestinos por el ejército de Israel.

Cuando nos llegan noticias de la tortura y muerte de menores a m
anos de los servicios secretos y del ejército de Siria.
Cuando nos llegan noticias de menores violados y asesinados en la RD del Congo por milicias armadas.

Cuando nos llegan noticias de menores iraquíes asesinados por tropas americanas durante el asalto a una vivienda.

Cuando nos llegan noticias de bombardeos indiscriminados sobre población civil.


Un niño practica con sus prótesis en el centro ortopédico del CICR en Kabul, octubre de 2010
© Kate Holt / IRIN

¿Qué pensamos?

Intentamos buscar respuestas a unos hechos que nos estremecen. ¿Qué lleva a un ser humano a cometer semejantes atrocidades?
No hay respuesta racional, sólo la espiral del odio y el abismo del temor pueden explicar conductas humanas tan deleznables. Sentimientos irracionales que dominan las acciones de quienes los padecen.

Cuánto odio y cuánto miedo son necesarios para torturar y asesinar a un niño. Para atarle sus manos y disparar a su cabeza. Para violar a una niña en presencia de sus padres y hermanos.
Imposible de explicar. Imposible de entender para quién nunca lo ha sentido. Actos que no pueden quedar impunes.

Cuando un niño o una niña inocente se convierte en un enemigo, la pregunta no es por qué un soldado o un mercenario es capaz de torturarle y asesinarle sin piedad. La pregunta es: cómo influyen los prejuicios y la propaganda en alimentar y amplificar el odio de un pueblo a otro. Por qué los temores infundados y las amenazas inexistentes son un medio poderoso que tienen los gobiernos para convencer a la opinión pública de la ineludible misión de un pueblo. Cómo el desarraigo y el miedo de los niños reclutados contra su voluntad como niños soldado consiguen que se conviertan en monstruos.


La espiral de odio no tiene fin, y el miedo es un negro abismo de profundidades insondables. La lucha contra la violencia empieza en cada uno de nosotros, venciendo nuestros prejuicios, no dejándonos arrastrar por la propaganda, siendo críticos con nuestros gobiernos, y sobre todo, perdonando.

A lo largo de la historia hemos vivido numerosas revoluciones, quizá, la próxima revolución por llegar, también la más necesitada, es la revolución que nace en cada individuo para dotarle de una mayor conciencia social y emocional.



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viernes, 26 de agosto de 2011

Escapar del miedo

Fuente: Reuters
Los refugiados recién llegados de Somalia se preparan para enterrar el cuerpo de Sahro en el campamento de refugiados de Kobe

(EN)

Todos hemos huido y nos hemos escondido alguna vez en la vida.

Para muchos millones de seres humanos, huir no es una opción, es cuestión de supervivencia. No pueden elegir, no tienen alternativas. Para ellos escapar es la única opción posible e implica tomar decisiones difíciles. Lo han perdido todo, y aún así, muy a su pesar, tienen una responsabilidad y un poder inmensos, el que les obliga a decidir sobre la muerte de sus hijos y de sus mayores.
Decidir quién emprende el viaje a través del desierto durante semanas sin apenas agua ni comida, exponiéndose al ataque de hienas y de milicias armadas. Decidir qué hijo tiene más probabilidades de llegar con vida a los campamentos de refugiados. Un poder sobrehumano en manos de unas gentes humildes. El mismo poder que les permite seguir adelante después de ver morir a sus hijos y a sus familiares en el camino. Y a pesar de ese inmenso poder, nada pueden hacer cuando tras la penuria del camino, una vez alcanzada la meta, como en un sueño, se esfuma entre sus manos la vida de los hijos que consiguieron llegar. Exhaustos, agonizantes. El triste peaje que pagan los que no tienen nada y necesitan de todo.

Enfrentarse a una muerte cierta, el miedo a perder la vida, es quizá el mayor de los miedos del ser humano. Millones de personas en el Cuerno de África se enfrentan a diario con sus miedos, y sobreviven duramente sin perder la esperanza de ganar la batalla a la muerte. Ese es su poder. Esa es su lección al resto del mundo.

Los habitantes de los países ricos también huyen y se esconden de sus miedos. El miedo a una realidad demasiado compleja y dura para mirarla de frente. El miedo a perder sus privilegios. El miedo a una vida vacía y sin sentido. Escapar a esos miedos también requiere tomar decisiones, elegir entre diferentes alternativas. Alternativas de vida, no de muerte. Mirar hacia otro lado, edificar muros, imaginar amenazas, construir prejuicios, consumir sin medida. Respuestas humanas que aumentan la brecha de la desigualdad. Aún hay esperanza, nos lo enseñan a diario millones de personas que sobreviven en los umbrales de la pobreza. Sólo hay que tomar las decisiones adecuadas.

Vivir sin avergonzarse de una vida privilegiada. Morir sin arrepentirse de no haber hecho nada por los más desfavorecidos.



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domingo, 7 de agosto de 2011

El sistema gana, ellos mueren

(EN)

Los medios de comunicación repiten como un mantra que la ONU ha declarado la hambruna en diferentes regiones de Somalia. Hablan de la sequía y el incremento de los precios de los alimentos básicos como desencadenantes, y del conflicto armado como un elemento que dificulta el acceso a la ayuda humanitaria. Pero esta monótona cantinela nos adormece hasta perder el sentido de la realidad.

Según la Nota informativa de la FAO sobre la oferta y la demanda de cereales publicado en julio de 2011, esta agencia de la ONU indica que si bien las perspectivas de producción de cereales han mejorado, lo que ha propiciado una presión a la baja de los precios, en Junio el índice de precios de los cereales de la FAO es un 39% mayor que hace un año.
La predicción más reciente de la FAO sobre la producción mundial de cereales en 2011 asciende a casi 2 313 millones de toneladas, un 3,3 % más que en 2010.
Se prevé que la utilización mundial de cereales en 2011/12 se incrementará un 1,4 % respecto a 2010/11.
Se prevé que el comercio mundial de cereales se mantendrá cercano al nivel de la última campaña.
Si aumenta la producción de cereal, y la demanda se mantiene casi idéntica respecto al 2010, ¿por qué los precios son un 39% mas caros que hace un año? Habría que preguntar a los hedge funds que especulan con el precio de los cereales en los mercados de futuros, operaciones financieras que inflan como una burbuja los precios de los alimentos básicos para el beneficio de los grandes inversores institucionales.

Este incremento de precios en los mercados internacionales de materias primas tienen un efecto devastador en los países más pobres que deben importar la mayor parte de sus alimentos. Sin embargo, empresas como Compact AS (Noruega) y Nutriset SAS (Francia), continúan importando productos como los cacahuetes, leche, aceites y azúcar para fabricar los alimentos terapéuticos (RUTF) que se reparten en las zonas de hambruna sin que la escalada de precios de los alimentos básicos parezca afectar a sus negocios.

Según UNICEF, en su Informe Anual de Suministros del año 2010, el volumen de contratación de suministros nutricionales fue de $117 millones. Destacan, entre otros productos, las 20.700 Tm de alimentos terapéuticos (RUTF) comprados durante ese mismo año. La demanda de este tipo de alimentos ha pasado de 3 Tm en 2000 a las 20.700 Tm en 2010, un incremento de aproximadamente el 700.000%.
En 2010, UNICEF contrató suministros a Nutriset SAS por valor de $45.8 millones y a Compact AS por valor de $4.4 millones.

Según publica Nutriset SAS en su sitio web, cuenta con una plantilla de 120 trabajadores, con una cifra de negocio de 52 millones de euros en 2009 y un presupuesto total de compra de 25 millones de euros (la leche, los cacahuetes, aceite, azúcar, cajas de cartón, etc.). Su capacidad de producción de alimentos terapéuticos (RUTF) es de 31.000 Tm (38.120 Tm con la red de productores en diferentes países emergentes). Y a pesar del incremento de la demanda y el alza de precios de las materias primas, los principales proveedores de alimentos terapéuticos (RUTF) han reducido los precios un 11%.

La propiedad de la tierra y de los recursos naturales está en manos de grandes multinacionales, así que las comunidades locales ya no tienen activos con lo que comerciar, y además sus economías de subsistencia se vuelven más vulnerables a fenómenos climáticos adversos cada vez más frecuentes. La ocupación de las tierras productivas requiere generalmente el desplazamiento de las comunidades que tradicionalmente han vivido y explotado sus recursos. Las diferentes milicias que luchan por el control del territorio son las que provocan el movimiento de personas, las cuales abandonan sus aldeas en busca de seguridad. Según el Informe de Seguimiento de la EPT (Enseñanza Para Todos) en el Mundo, el gasto militar anual de los países ricos es de 1,5 billones de USD y es 9 veces superior a los gastos dedicados a la ayuda internacional. Precisamente la industria armamentística de dichos países es la que arma a esas milicias.

Los habitantes de los países más pobres del Mundo se han convertido en los rehenes de un sistema que los excluye, que les roba sus riquezas, sus esperanzas y sus oportunidades. El sistema gana, ellos mueren. Cada $ donado salva vidas. Cada $ de los países donantes genera riqueza a sus conglomerados empresariales. Cada $ prestado a los países pobres genera beneficios a la gran banca. Un sistema perverso que es a la vez la causa y la solución del problema, y que está diseñado para beneficiar económicamente a los poderosos, la gran banca y la gran industria.

Resulta paradójico pensar que la tierra cultivable de los países que mueren de hambre está en manos de grandes multinacionales que exportan su producción agrícola a industrias en Europa, las cuales procesan esas materias primas y las convierten en alimentos terapéuticos que luego venden a las Agencias de la ONU y ONGs que luchan contra la hambruna sobre el terreno.

En el mercado todo tiene un precio. Y los que nada poseen, pagan con la vida de sus hij@s.

Goya y Lucientes, Francisco de
1746 -1828

domingo, 24 de julio de 2011

Un mundo asimétrico

© Serene Assir/MSF

(EN)

La amenaza del terrorismo, tras los atentados del 11-S, ha servido a los gobiernos de oriente y de occidente para recortar derechos civiles.
La crisis económica de los últimos años ha servido a los gobiernos, principalmente occidentales, para recortar derechos sociales.

Los conflictos bélicos de esta década han tenido como pretexto la supuesta lucha contra el terror, y el rastro de muerte que han dejado, es la mecha del terror que quieren combatir.
Los recortes sociales para luchar contra el déficit público han servido para evitar principalmente la quiebra de los grandes bancos nacionales, a costa de someter a los estados a una presión crediticia cuya deuda con la gran banca difícilmente podrán pagar.
La crisis alimentaria, con tanta antelación anunciada, no es más que el preludio de lo que acontecerá en años venideros a mayor escala derivado de la concentración de la producción agrícola y ganadera, en definitiva, la tierra en propiedad de oligopolios que especulan con los precios en el mercado de los productos de primera necesidad.

¿Es esto el progreso? ¿A quién beneficia el miedo y el odio a lo que viene de fuera de sus fronteras? ¿Quién gana cuando los estados aplican drásticas médidas de ajuste para contener el déficit público mientras los bancos centrales aumentan los tipos de interés para contener la inflación. Cuando la riqueza ha dejado de estar ligada a los medios de producción ¿quién es el máximo beneficiario de este sistema burbuja?

Quizá, el principal fallo de este sistema es que el progreso de las últimas décadas no ha ido acompañado de un verdadero progreso social. Occidente y algunos países de los llamados emergentes han alcanzado unas cotas de desarrollo económico y social sin precedentes en la historia, pero olvidando que su riqueza se basa en un mundo asimétrico e injusto. Y ahora que el predominio de occidente peligra tanto en lo económico como en lo social, el miedo nos vuelve insensibles al sufrimiento acrecentado de los demás.

Cuando los países occidentales crecían en prosperidad, sus ciudadanos no aprovecharon la oportunidad de avanzar igualmente en el terreno social, exigiendo a sus gobiernos mayor esfuerzo en la cooperación al desarrollo. Ahora que el retroceso es imparable, el miedo paraliza a la sociedad y ralentiza cualquier avance en el terreno de lo social y de la cooperación. El progreso hizo más ricos a los países occidentales y a los emergentes a costa de empobrecer al resto del planeta. La recesión nos empobrece a todos, incluidos los más pobres, a costa de enriquecer sólo a unos pocos

Este clima económico y social hace que un terrible atentado en Noruega nos impacte más que la emergencia humanitaria de millones de seres humanos a causa del hambre en un lugar recóndito de África del Este. De nuevo, una señal más de la asimetría de este mundo.
Cualquier muerte violenta es una tragedia, ¿pero acaso no es violencia la muerte de un niñ@ a causa del hambre?
Está en nuestras manos detener esta violencia, la cual acabará cuando este mundo deje de ser asimétrico. Sólo el progreso social podrá convertir dicha asimetría en virtud de todos los pueblos.



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domingo, 17 de julio de 2011

700.000 millones de euros

(EN)

La moneda única se ha visto sometida a los ataques especulativos de los mercados financieros. La UE ha respondido en apoyo de los países con problemas de deuda dando una respuesta solidaria para fortalecer el euro. Ahora se trata de crear una herramienta permanente para prever y resolver posibles futuras crisis. Es el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera.

Los ministros de Finanzas de la zona euro han acordado que se cree un fondo dotado con 700.000 millones de euros, con capacidad efectiva de préstamos por valor de 500.000 millones. Esa cantidad asegura la mejor calificación crediticia para obtener fondos en los mercados a bajo interés, pero los Estados sólo tendrán que desembolsar una parte en efectivo, 80.000 millones de euros; el resto será capital de reserva y garantías estatales.

Mientras continúe incrementando el número de personas con hambre, se necesitaran más recursos para satisfacer las necesidades alimentarias. El PMA estima que alrededor 477 millones USD se necesitan para atender a estas necesidades de hambre en la región, hasta el final del año. Actualmente, el PMA cuenta con un déficit del 40 por ciento de la financiación, con cerca de 190 millones dólares necesarios.

700.000 millones de euros=990.000 millones de USD
337 millones de euros=477 millones de USD

La estabilidad financiera de Europa supone 2.000 veces la necesidad alimentaria del Cuerno de África en los próximos seis meses. O dicho de otra forma, los fondos necesarios para proteger a los Estados de la UE de los ataques especulativos de los mercados, y que de esta manera puedan financiarse a bajo interés, cubrirían las necesidades alimentarias en el Cuerno de África durante 1.000 años. Evidentemente, este cálculo sencillo no tiene en cuenta el aumento de la población desplazada, la duración de la sequía, los conflictos armados, ni el aumento de los precios de los alimentos en los próximos años.

La crisis económica mundial nos empobrece a todos, incluido a los más pobres. Y las consecuencias las estamos viviendo actualmente: en Somalia, Yibuti, Etiopía y Kenia 10 millones de personas, de los cuales 2 millones son niños y niñas menores de 5 años, mueren de hambre. No es la sequía lo que los mata, ni las largas marchas durante semanas por el desierto sin apenas agua y alimentos hasta llegar a los abarrotados campos de refugiados. No es la falta de recursos de las organizaciones humanitarias, ni la imposibilidad de actuar en zonas en conflicto.

Les mata la indiferencia, el olvido, las buenas intenciones y las mínimas acciones. Porque en el rostro repetido una y otra vez del niño o niña moribundo, apenas piel y huesos, vemos sólo la cara de un niño o niña más de los miles que mueren en África cada día. Y no es una niña más, es Habibo. Tiene un año, sufre malnutrición severa y está al borde de la muerte. Su madre se llama Marwo Maalin y reza a Dios, para que sane a su hijita.

La denuncia de la injusticia es el origen del compromiso. La fotografía es el testimonio del sufrimiento. Ambas nos producen emociones como la rabia, el desasosiego, la compasión, la impotencia, la vergüenza, la desesperanza...convirtamos estos sentimientos en el motor de la acción solidaria.

Diez millones de seres humanos sin agua ni alimentos, que caminan semanas por el desierto, que ven morir a sus hijos en el camino y que se hacinan en campamentos de refugiados merecen algo más que compasión. Todos podemos hacer algo para que el rostro de África sea el de esta niña en un campamento de refugiados en Kenia.


Una niña en un campo de desplazados en el Valle del Rift de Kenia © Jerry Riley / IRIN


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sábado, 9 de julio de 2011

¿Qué se siente cuando una llama se apaga?

La tierra seca en las llanuras desérticas de la depresión de Danakil en el norte de Etiopía.
© Siegfried Modola / IRIN

(EN)

De pronto, tenía una pequeña llama que cuidar.
Su calor tierno me reconforta. Su luz cálida me ilumina. La observo fijamente, no puedo dejar de mirarla. Cada vez que brilla y me sonríe se aparta de mí el frío y la oscura soledad. Su corazón naranja no para de moverse. A veces se alarga y otras se mantiene sosegado con un crepitar tranquilo. Y su brisa. Ese aire que respira como un aliento cálido. Me acerco y me quedo tranquilo sintiéndolo en mi rostro. Cuando la aviva el aire, la llama se ríe y alarga sus brazos. Nada me pide a cambio de sus colores brillantes ni de su cálida ternura. Tan sólo, que no la deje apagarse. Y no es por egoísmo que no quiero que se apague, sino por la generosidad y la responsabilidad del que se sabe bendecido por un regalo al que hay que cuidar, y ese desvelo se convierte poco a poco en la razón de mi existencia.


Me angustia pensar que algún día no pudiese cuidar de mi pequeña llama. Que su brillo vaya menguando y que su aliento cálido apenas sea una penosa bocanada de aire gélido que hiele mi corazón para siempre. Me asusta imaginar la luz azulada y el llanto quejoso de la llama que se apaga. ¿No puedo hacer nada? Antes moriría yo que dejar que se apague. Pero eso es algo que no me puedo permitir, la llama sin mí no tendría oportunidades de vivir.

Pero, ¿qué se siente cuando una llama se apaga? Es difícil saberlo, pero supongo que cuanto más cerca la has tenido, mayor es el vacío que deja. Oscuridad, frío, soledad, el recuerdo...

Dos millones de llamas se apagan en Somalia, en Etiopía y en Kenia. La sequía, la falta de alimentos, y las enfermedades hacen que dos millones de niños y niñas menores de cinco años necesiten asistencia humanitaria urgente. Están en peligro de muerte.

Me angustia pensar que la lejanía de esas llamas que se apagan, solo hielen el corazón de sus padres, y que nuestros corazones helados por tantas noticias descorazonadoras, no sean capaces de sentir el calor de dos millones de pequeñas llamas que sólo piden que no las dejemos apagar. Antes moriría yo que dejar que se apaguen. Pero eso es algo que no nos podemos permitir, las llamas sin nosotros no tendrían oportunidad de iluminarnos.



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domingo, 26 de junio de 2011

La soledad de Bikela


(EN)

"Al menos 170 mujeres fueron violadas a mediados de junio durante un ataque armado en dos aldeas de la provincia de Kivu Sur, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), según informó este viernes la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)."

¿Qué hace que unos hombres sean capaces de cometer semejantes actos de violencia contra esas pobres mujeres?
¿El poder que dan las armas que empuñan?
¿El odio?
¿La impunidad?
¿El reconocimiento de sus mandos militares al controlar zonas de riquezas naturales, o el miedo a desobedecer una orden de sus superiores?
¿Haber convivido con la violencia desde siempre?
¿Entender la rapiña y la violación como único medio de vida?
¿O es el camino sin retorno del que usa la violencia para subsistir en una sociedad igualmente violenta?

Sin entrar a debatir sobre la inmoralidad o la amoralidad de la siguiente afirmación, y teniendo en cuenta la época en que se hizo, la respuesta a todas estas preguntas la resumía un soldado de la Force Publique del Estado del Congo al que el Sr. Casement, autor del informe que lleva su nombre, le preguntaba por qué llevaba tantos años en el ejército. Su respuesta fue que debido a los problemas del impuesto del caucho ya no podía vivir en su aldea natal, y riendo, confesó que prefería estar con los cazadores antes que con los cazados. Esta declaración se recoge en el informe de Roger Casement fechado en 1903 que presento al Marqués de Lansdowne, en esa fecha Secretario de Estado de Asuntos Exteriores del gobierno Británico.

El lenguaje de los medios de comunicación, a pesar de la mezcla de horror, rabia y tristeza que nos produce este tipo de noticias, nos aísla del verdadero sufrimiento del pueblo congoleño.

No es una historia terrible más de las tantas que nos llegan de este país en particular y del continente Africano en general. Es la historia de una vida, o de una muerte. Y de la de millones de mujeres, hombres, niños y niñas que han sido y son víctimas de la violencia.

Y mi pregunta es: ¿podemos ser testigos de semejantes crímenes y no hacer nada por evitarlos?

Seguramente, una respuesta meditada a esta cuestión nos llevará a hacernos aún más preguntas, a explorar alternativas hasta una explosión combinatoria, a construir un mundo de limitaciones ilusorias. Pero a veces las respuestas no están en la razón, y se trata única y exclusivamente de una elección. Igual que el soldado prefería estar entre los cazadores que entre los cazados, yo prefiero estar entre los que actúan que entre los que se lamentan. Y tampoco voy a cuestionar la moralidad de los que actúan de forma diferente a la mía.

No es una historia más, es la historia de una vida, como la de Bikela, cuyo testimonio se recoge en la declaración ante el Sr. Casement en Ikoko, en el Estado Libre del Congo, el 12 de Agosto de 1903. He aquí un resumen de sus declaraciones:

"Mi madre, mi abuela, mi hermana Nzaibiaka y yo huimos a la selva. Los soldados nos siguieron y corrieron al lugar donde nos escondíamos. Cogieron a mi abuela, a mi madre, a Nzaibiaka y a otra niña más pequeña que nosotras. Los soldados discutieron por mi madre, ya que todos la querían como esposa, y al final decidieron que era mejor matarla. Le dispararon en el estómago, y ella cayó al suelo. Estaba embarazada y le quedaba poco para dar a luz. También mataron a mi abuela, y a mi hermana se la llevaron. Yo lo vi todo, lloré mucho, porque habían matado a mi madre y a mi abuela y yo me había quedado sola."


Quizá, mi contribución sea minúscula en más de un siglo de violencia, pero si logro que alguien más se una a mi en esta causa, mi esfuerzo y el de otros muchos no habrá sido en balde, y la soledad de Bikela tendrá consuelo.


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domingo, 19 de junio de 2011

La cuota del caucho

(EN)

Las mujeres violadas en la República Democrática del Congo se enfrentan a diversos problemas para obtener acceso a la justicia. La mujer de 43 años violada en Kamina, en la provincia de Katanga, dice: "Aprecio la ropa que llevaba cuando fui violada y la utilicé para probar la violación ante la corte". Me han pedido que pague Fc 7000, 3000 Fc. por escribir y otras 50 hojas de papel para imprimir. También tuve que soportar los costos de todos los gastos médicos y todavía me veo obligada a vivir en Kamina. Los violadores están libres, y me pidieron que pagase 20 dólares por la demanda y que revocase la decisión de apelar. Perdí la esperanza.
© Gwenn Dubourthoumieu/IRIN

Llora y sufre en silencio. Nadie debe saberlo.
Le duele, pero no puede quejarse.
Es injusto, pero es inútil denunciar.
Grita y no sirve de nada. Nadie le escucha.
¿Por qué? Se pregunta.
Siente rabia.
Se siente culpable.
Es inútil, se siente impotente.
Tiene miedo.
Siente vergüenza.
¿Qué puede hacer? Nadie le ayuda.
Siente que muere.
¿Por qué nos hacen esto?

LA HERENCIA: Tras la conferencia de Berlín de 1884, las potencias Europeas se repartieron el continente Africano. El Estado Libre del Congo se convirtió en propiedad privada del rey Leopoldo II de Bélgica, que otorgaba concesiones comerciales para la explotación del caucho y el marfil a compañías como la Anglo-Belgian India Rubber and Exploration Company (A.B.I.R.) o la Societé Anversoise du Commerce au Congo de las que el propio Leopoldo era accionista. El binomio formado por el Estado y por las compañías concesionarias de las explotaciones de caucho convirtió el Estado Libre del Congo en algo muy parecido a un inmenso campo de concentración dedicado a la explotación exhaustiva de los recursos naturales.

Cada aldea nativa debía de satisfacer semanal o quincenalmente una provisión de caucho y alimentos que entregaban a las diferentes estaciones de las compañías concesionarias del estado a cambio de unas compensaciones ridículas en comparación con los beneficios que dichas compañías obtenían de la explotación del caucho. A su vez, los nativos debían trabajar para el Estado en la construcción de vías de comunicación o el mantenimiento del tendido telegráfico. Mano de obra esclava que obligó a muchos indígenas a dejar sus aldeas y refugiarse en aldeas vecinas en el Congo Francés.

Sometidos a condiciones de trabajos forzados, obligados a abandonar la actividad agrícola de la que vivían antes de la colonización, viviendo en condiciones miserables que favorecían la aparición de enfermedades, el relato de los horrores sufridos basta para entender que durante el dominio belga murieran millones de habitantes indígenas. Pero no sólo fueron víctimas de los trabajos en condiciones de esclavitud o de las enfermedades. Cuando un hombre o una aldea no conseguía recolectar la cuota de caucho o alimentos que se le imponía, sufrían todo tipo de castigos físicos por los soldados de las compañías concesionarias, o eran encerrados en prisiones lejos de sus hogares hasta que su aldea satisfacía una multa totalmente arbitraria para su liberación. El asesinato impune de los infractores también era práctica habitual, y para demostrar ante los administradores de las concesiones que la bala se había utilizado para matar a un hombre, debían entregarle la mano, el pie o los genitales mutilados de la víctima. Como muchas veces se utilizaban las balas para cazar, los soldados mutilaban a hombres y niños vivos como castigo por no haber recolectado la cuota de caucho. Otra manera de asegurar la recolección era tomar como rehenes a las mujeres del poblado, que no serían liberadas hasta que los hombres de la aldea consiguieran recoger la cuota asignada. En prisiones inmundas morían de inanición ellas y sus hijos, que no recibían alimentos de sus captores. El relato de los horrores tras más de un cuarto de siglo de colonización Belga no puede dejar impasible a la sociedad actual por más que trataron de ocultarlos a la opinión pública.

Las milicias que controlan los recursos naturales de la actual RD del Congo, la corrupción del Estado, la impunidad de los crímenes, las violaciones masivas, los reclutamientos forzados de niños soldado, el rapto de niñas como esclavas sexuales, el desarraigo, la corrupción de la Justicia, los intereses comerciales son, 137 años después, la herencia del colonialismo. Un colonialismo codicioso que impuso un sistema opresor basado en una soldadesca salvaje, bajo el control de las compañías comerciales, que controlaba un territorio inmenso en ausencia o en connivencia con una administración del Estado corrupta.


Yo también siento vergüenza, igual que la mujer congoleña.
Me avergüenzo de la maldición que el hombre blanco supuso para el continente africano.
Me avergüenzo de su codicia infinita.
Me avergüenzo de la falta de memoria histórica del pueblo Europeo.

Y lloro con la mujer congoleña que ha visto morir a sus hijos e hijas. Que ha sido violada salvajemente. Que sufre en silencio para no ser repudiada. Que sigue cuidando de los suyos. Que no podrá engendrar más hijos. Que vive en soledad, la soledad de la vergüenza y de la injusticia.
Y grito por ella, y por los niños y niñas mutilados. Por los asesinados, por los esclavizados, por los que han quedado huérfanos.

Y también siento rabia. Por millones de asesinatos y violaciones impunes.
Y me siento culpable. Por tantos años de mirar hacia otro lado, por tantos años de no escuchar sus gritos desesperados.

No me siento impotente, más bien esperanzado. Sin miedo y comprometido con la causa de la mujer congoleña, fuerte y resilente, como la mayoría de las mujeres africanas.

Una joven violada en Bamenda, en la provincia de Katanga, dice: "antes de haber sido violada, estaba prometida, pero el matrimonio fue anulado, por supuesto, ahora mi padre tiene que devolver la dote. lLa familia del violador se ha comprometido a pagar... , pero desde entonces, no hicieron nada. Como me quedé embarazada, lo más urgente era liberar al violador para que pudiera apoyarme durante el embarazo. Era inconcebible que fuese a la cárcel. Es mejor que él quede libre para satisfacer mis necesidades y las del bebé. Pero también es importante para él que se case conmigo ahora porque nadie me querrá nunca más.
© Gwenn Dubourthoumieu / IRIN


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